Burkina Faso y Níger han anunciado su retirada de la fuerza antijihadista G5 Sahel. Esta decisión supone un duro revés para la lucha contra los insurgentes en la región africana del Sahel y plantea serias preocupaciones sobre la seguridad de estos países. La G5 Sahel, establecida en 2014, ha tenido un éxito limitado hasta ahora, con Mali retirándose también del proyecto el año pasado tras un golpe militar. Burkina Faso y Níger han decidido abandonar todas las instancias del G5 Sahel, incluida la fuerza conjunta, a partir del 29 de noviembre, argumentando que la organización no está logrando sus objetivos y se ve obstaculizada por la burocracia institucional.
Una preocupante retirada que debilita la lucha contra los insurgentes en la región africana del Sahel.
Burkina Faso y Níger, dos países que han sufrido gravemente el azote de los grupos yihadistas, han expresado su frustración por la falta de éxito de la G5 Sahel en la lucha contra estos insurgentes. Ambos países han sido testigos de un aumento de los ataques terroristas en los últimos años, y la retirada de esta fuerza antijihadista sin duda debilitará aún más sus capacidades de defensa. Aunque los líderes de Burkina Faso y Níger han citado la falta de resultados y la burocracia institucional como razones para su retirada, también han expresado su preocupación por la influencia excesiva de Francia en la G5 Sahel.
Las acusaciones contra Francia se basan en la percepción de un excesivo control por parte de este país en la toma de decisiones de la G5 Sahel, así como en la supuesta primacía de los intereses extranjeros sobre la soberanía de Burkina Faso y Níger. Esta preocupación se ve agravada por el hecho de que Francia ha comenzado a retirar sus 1.500 soldados de Níger después de las demandas de los gobernantes militares que derrocaron al presidente Mohamed Bazoum en julio. Además, Burkina Faso ha suspendido la distribución del periódico francés «Le Monde» debido a su cobertura de un mortífero ataque yihadista en el norte del país.
«La G5 Sahel no está cumpliendo sus objetivos y se ve obstaculizada por la burocracia institucional», declaró el líder militar de Burkina Faso.
La región del Sahel ha sido testigo de un creciente número de ataques por parte de grupos yihadistas en los últimos años. Estos grupos se aprovechan de la pobreza, la debilidad gubernamental y los conflictos étnicos para reclutar a nuevos miembros y llevar a cabo sus ataques mortales. La presencia de la G5 Sahel tenía como objetivo unir los esfuerzos de los países de la región para combatir esta amenaza, pero su retirada supone un duro golpe para la estabilidad y la seguridad.
La situación en Burkina Faso es especialmente preocupante, ya que el país experimentó un golpe militar en septiembre de 2022 liderado por el capitán Ibrahim Traoré. Este golpe prometía mejorar la seguridad en medio de los continuos ataques yihadistas, pero la retirada de la G5 Sahel plantea serias dudas sobre la capacidad del país para hacer frente a esta amenaza de manera efectiva.
Es importante recalcar que Burkina Faso, Níger y Mali habían estado apoyando las operaciones militares entre sí en la lucha contra los insurgentes yihadistas en la región. Los tres países incluso establecieron recientemente una Alianza de Estados del Sahel para fortalecer los lazos económicos y la asistencia mutua en defensa. Sin embargo, la retirada de Burkina Faso y Níger de la G5 Sahel plantea dudas sobre la efectividad de esta alianza y su capacidad para frenar la amenaza yihadista.
La G5 Sahel ahora se reduce a solo dos miembros, Chad y Mauritania, con la mayor parte de su financiamiento proveniente de la Unión Europea. Sin embargo, la poca cooperación y las limitadas operaciones conjuntas de la G5 Sahel han puesto de manifiesto la necesidad de un enfoque más sólido y coherente para combatir la amenaza yihadista en la región.
La comunidad internacional, incluido Estados Unidos, ha expresado su preocupación por la retirada de Burkina Faso y Níger de la G5 Sahel. La nueva embajadora estadounidense en Níger, Kathleen FitzGibbon, se espera que asuma pronto su cargo después de su llegada en agosto, a pesar de las discrepancias previas en relación con sus credenciales.
La reciente retirada de Burkina Faso y Níger de la G5 Sahel es un recordatorio sombrío de los desafíos a los que se enfrenta la región del Sahel en la lucha contra el yihadismo. La retirada de estos dos países debilita aún más los esfuerzos conjuntos para frenar la amenaza yihadista y plantea serias interrogantes sobre la capacidad de los países de la región para garantizar la seguridad y estabilidad en un futuro cercano.
La presencia de grupos yihadistas en la región del Sahel ha aumentado en los últimos años, con ataques mortales que han dejado un rastro de destrucción y muerte. La G5 Sahel fue establecida en 2014 como una fuerza conjunta para unir los esfuerzos de los países de la región en la lucha contra este problema. Sin embargo, su efectividad ha sido limitada debido a la falta de cooperación y las limitadas operaciones conjuntas.