El proyecto fue lanzado en 2017 por Francia y Alemania y prevé el desarrollo de un nuevo carro de combate que será el centro de un «sistema de sistemas». El retraso se debe en gran parte a la entrada de Rheinmetall en el proyecto, ya que este debía ser liderado por KNDS, la empresa conjunta formada por el francés Nexter y el alemán Krauss-Maffei Wegmann.
Esto ha generado desacuerdos sobre la distribución de tareas entre Francia y Alemania (que debe ser de 50-50) y en la elección de ciertas tecnologías, especialmente en cuanto al cañón que equipará el futuro carro de combate.
Mientras tanto, la idea de que el proyecto pueda ser pospuesto o incluso abandonado está empezando a surgir en Alemania. La fundadora del grupo Renk lo sugiere, argumentando que muchos países europeos han ordenado el Leopard 2, lo que no deja espacio para el MGCS al menos por el momento.
De hecho, varios países europeos han ordenado o planean hacerlo, el Leopard 2A7+, la última versión del carro de combate producido por KMW en asociación con Rheinmetall. La idea de desarrollar un carro franco-alemán «del futuro» ya no sería una prioridad para los industriales alemanes.
Es aquí donde entra en juego el KF-51 «Panther» de Rheinmetall y el E-BMT de KNDS. El Leopard 2 seguirá siendo un producto de elección durante algún tiempo, según la fundadora de Renk, que señala que sigue estando «disponible» y que se puede «perfeccionar técnica y aún más».
En cualquier caso, el MGCS no es sólo un carro de combate, sino que busca interconectar diferentes sistemas de armamento, como robots terrestres o drones. En resumen, el carro de combate es sólo la figura principal de un programa más amplio.
Según un alto directivo mencionado en un periódico económico alemán, «cosas como los vehículos de escolta autónomos y, sobre todo, las aplicaciones informáticas relacionadas con el uso del cloud y la inteligencia artificial son las más determinantes», y «deben ser desarrolladas en cualquier caso, ya sea para el Leopard o para su sucesor».
El mercado europeo de reemplazo de carros de combate se estima en unos 100 mil millones de euros, lo que lo convierte en un mercado muy atractivo para los fabricantes de armamento. Sin embargo, con la guerra en Ucrania, el proceso se ha acelerado y, a su vez, ha complicado el proyecto franco-alemán, el cual sigue bloqueado tras tres años de estudio de arquitectura.