El ataque electrónico aerotransportado clave para la protección y dominio en el campo de batalla

En el mundo cada vez más digitalizado de hoy, donde la guerra se libra tanto en el campo de batalla físico como en el ciberespacio, el ataque electrónico aerotransportado (AEA) se ha convertido en una herramienta esencial para proteger las plataformas de alto valor y lograr el dominio en el campo de batalla. La Marina de los Estados Unidos ha reconocido la importancia crítica de esta capacidad y está adoptando una estrategia cibernética que incluye tanto la defensa como el ataque en el ámbito electrónico. En este reportaje, exploraremos cómo el AEA actúa «a la izquierda» de la cadena de destrucción, bloqueando amenazas de manera preventiva, y cómo la última generación de capacidades de AEA aborda múltiples amenazas simultáneas y a distancias más largas. Además, analizaremos cómo los sistemas de AEA se están diseñando para ser flexibles y adaptarse a nuevas plataformas y amenazas en el siempre cambiante panorama de la guerra electrónica.

La estrategia cibernética adoptada por la Marina de los EE. UU. para enfrentar las amenazas del siglo XXI

El ataque electrónico aerotransportado es mucho más que la simple autoprotección de las plataformas militares. Respondiendo al llamado de la batalla digital del siglo XXI, la Marina de los Estados Unidos ha reconocido la necesidad de dominar ofensivamente el espectro electromagnético para asegurar la victoria en los conflictos futuros. El AEA, a través de su capacidad para bloquear amenazas de manera preventiva, se ha convertido en una herramienta crucial en la protección de plataformas de alto valor. Pero su importancia no se detiene ahí, también se ha convertido en un instrumento clave en el ámbito ofensivo.

«El ataque electrónico aerotransportado no se trata solo de autoprotección, sino también de dominar ofensivamente el espectro para ganar batallas.» – Stephanie Edmisten, directora ejecutiva de Airborne Electronic Attack.

En la batalla por el dominio en el campo de batalla digital, el AEA se sitúa «a la izquierda» de la cadena de destrucción, bloqueando las amenazas electrónicas antes de que puedan causar daño. Al direccionar los sistemas y recursos necesarios para contrarrestar a los adversarios en el espectro electromagnético, el AEA permite a las fuerzas amigas mantener su superioridad y elevar la eficacia de las operaciones conjuntas. Ernest Winston, jefe de Programas de Guerra Electrónica No Tradicional, afirma que «esta capacidad de bloquear amenazas de manera preventiva no solo protege nuestras plataformas, sino que también crea oportunidades para ejercer una superioridad táctica más amplia».

La última generación de capacidades de AEA es aún más impresionante, ya que aborda múltiples amenazas simultáneas y a distancias más largas. Los avances tecnológicos han permitido el desarrollo de sistemas más sofisticados que pueden enfrentar y neutralizar enemigos en el espectro electromagnético. El NGJ o AN/ALQ-249, por ejemplo, es una de las últimas incorporaciones a la gama de capacidades de AEA y es adecuado para aviones de cuarta, quinta y sexta generación. Con su capacidad para detectar y contrarrestar amenazas en tiempo casi real, el NGJ se ha convertido en una herramienta invaluable en el arsenal de las fuerzas amigas, proporcionando una ventaja táctica significativa en el campo de batalla.

Pero la clave para el éxito del ataque electrónico aerotransportado no solo radica en su capacidad para proteger y neutralizar amenazas, sino también en su capacidad para adaptarse rápidamente a las nuevas plataformas y amenazas. Con los avances tecnológicos y el cambio constante en el panorama de la guerra electrónica, los sistemas de AEA necesitan ser flexibles y estar preparados para enfrentar y contrarrestar las amenazas emergentes. La planificación, coordinación y sistemas de misión interoperables son elementos cruciales en este sentido.

La eliminación de conflictos en entornos disputados y espacios aéreos abarrotados se ha convertido en una prioridad para las fuerzas militares modernas. En este escenario, el monitoreo pasivo se vuelve relevante para el conocimiento de la situación en entornos de guerra electrónica. El Sistema Avanzado de Detección de Radar (ARDS) es una de las tecnologías importantes en este ámbito, ya que permite recopilar datos y así identificar nuevas amenazas y contramedidas. Con la capacidad de seguir pasivamente a los adversarios, las fuerzas amigas pueden obtener una ventaja situacional silenciosa, lo que es de suma importancia en un entorno moderno y disputado.